Caracterizado por la creación de centros de innovación que reúnen profesionales independientes, parece lógico pensar en el coworking como un movimiento urbano, pero lo cierto es que cada vez hay más proyectos en ciudades pequeñas. Juan Diego Pereiro, gestor de WeKco (Coworking en A Coruña), África Sanjuan, de Crearium (Coworking en Monzón) y Celeste Senés, de CoEspai(Coworking en Girona), abordaron los elementos peculiares de la gestión de centros en entornos alejados de las grandes urbes, en una mesa moderada por Miguel Ángel Calero, de Cosfera (Coworking en Córdoba).
A modo de introducción, cada uno de los ponentes contó cómo había llegado a coworking y presentó su espacio. El primero de ellos fue Juan Diego Pereiro, gestor de WeKco (WeKAb Coworking Space), un espacio situado en un barrio de A Coruña, a través del que ha buscado un estilo de vida. Si bien no recuerda la puesta en marcha del WeKco como un proceso demasiado duro, la captación de coworkers para hacer el proyecto sostenible ha supuesto y aún supone un gran reto para ellos. Considera el entusiasmo y el compromiso absoluto con el proyecto claves para que este llegue a buen término, ya que la gestión de un espacio requiere una gran cantidad de tiempo y energía, sobre todo en la primera etapa. La segunda ponente fue África Sanjuan quien, tras diez años en Barcelona, “regresó a casa” y fundó Crearium, un espacio de coworking, creación y formación, situado en Monzón, población de Huesca con unos 17.000 habitantes, ubicada en un entorno rural. En su caso, el apoyo de gestores de otros centros junto a la ayuda de su equipo han sido decisivos en el desarrollo del proyecto, que empieza a dar los primeros frutos. Por último, Celeste Senés es cofundadora y gestora en CoEspai, Girona. En su caso, dedicó mucho tiempo en la búsqueda del espacio adecuado y la comunicación el proyecto, aunque hasta la apertura del centro no habían conseguido llamar la atención de los profesionales. Según la experiencia de Celeste, en una ciudad pequeña es necesario invertir mucho tiempo en explicar qué es el coworking, y si bien no les quedan dudas del interés que despiertan, aún muchas personas siguen sin llegar a entenderlo. Desde su punto de vista, son los propios coworkers los que mejor están transmitiendo el concepto, llegando a más profesionales.
Si en líneas generales hay mucha confusión respecto a qué es coworking y a qué no, en una ciudad pequeña esto aún es más notable, por lo que el punto de partida siempre ha de estar orientado a transmitir los valores de la filosofía colaborativa y describir este modelo de trabajo. A la hora de dar a conocer el espacio para captar nuevos coworkers, las herramientas no difieren de las que por lo general se usan en las grandes ciudades: eventos (dirigidos a emprendedores, Workshops, exposiciones…) , apariciones en medios locales y gestión de redes sociales son también los canales principales para darse a conocer. No obstante, el nivel digital del usuario de una ciudad pequeña, y más si se trata de una población ubicada en algún entorno rural, es bastante menor del de los gestores, por lo tanto, si bien las redes sociales son un escaparate que permite generar interés en la actividad que se lleva a cabo en el centro, y compartirla, la organización de eventos atractivos para todo tipo de perfiles, las menciones en prensa o incluso otras acciones como el reparto de folletos publicitarios, ayudarán a generar expectación sobre el proyecto y a que el espacio se conozca.
La captación de coworkers en estos entornos, y según los ponentes, está más ligada al boca a boca y a la recomendación que a ninguna de las acciones anteriormente descritas; y es que una persona satisfecha siempre es el mejor embajador en estos casos para conseguir nuevos coworkers
Dos aspectos en los que también señalaron diferencias respecto a los centros en la gran ciudad son la creación de comunidad y el impulso a la colaboración. Lo cierto es que en poblaciones con menos habitantes la comunidad suele ser mucho más heterogénea, y no se da ninguna “concentración” de perfiles profesionales. Esta diversidad aporta un gran valor al espacio y posibilita que interactúen de forma espontánea casi desde el primer momento que entran en el espacio: todas las relaciones surgen de forma muy natural.
Por último, no hay que perder de vista una necesidad, también recomendable para cualquier centro de cualquier ciudad: hacer una previsión de gastos e ingresos antes de la apertura del espacio. De esta forma es posible valorar el esfuerzo económico que implicará, sobre todo en un principio, y tomar conciencia de que la inversión acabará siendo mucho mayor de lo estimado aunque los costes en una ciudad pequeña sean más bajos. Asimismo el retorno tardará en llegar, como comentaban los participantes, algo que puede generar cuanto menos “inquietud”. U es que aunque para la mayoría de los fundadores de espacios, el coworking sea más una forma de vida enriquecedora que un negocio, es necesario ser capaz de sostenerlo en el tiempo.
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