No podemos referirnos al coworking como un movimiento definido o cerrado: su historia, de reciente creación, aún se está escribiendo.
Pero esta permeabilidad de la que hablamos no se debe a la “juventud” del fenómeno, sino que es inherente a su naturaleza.
Tratándose de un modelo vivo y mutante, cuyo germen se basa en el colaboracionismo y las sinergias entre distintos profesionales, no es de extrañar que la fórmula del coworking alumbre otras propuestas flexibles, y que los ejemplos y casos prácticos que vayamos conociendo evolucionen de forma constante. No obstante, preguntarnos hacia donde vamos para así trazar un “mapa de ruta” que nos oriente es un ejercicio que debemos hacer si no queremos dejar todo en manos de la improvisación, un extremo tan poco deseable como el hermetismo de los esquemas tradicionales.
Esta preocupación ha sido una constante en Coworking Spain Conference, encuentro en el que salieron a la luz las preocupaciones e inquietudes de los gestores de espacios de coworking.
Entre los temas de interés, encontramos desde aspectos pragmáticos hasta cuestiones de índole ideológico: formas de financiación, colaboración entre espacios, creación de un protocolo común para las distintas iniciativas, modelos de comunidad más allá de los locales, internacionalización del movimiento o interacciones con administraciones públicas y ayuntamientos fueron algunos de los aspectos que se abordaron.
Considerarlos y encontrar la manera de implementarlos de algún modo en la creación de espacios y proyectos será un paso decisivo para el fomento de esos planes de acción que den forma al fenómeno colaboracionista que defendemos.