23/11/2018

Ponencia CwSC: El ciclo de vida de un digital nomad

Por coworkingspain

Eduardo Diego es Cofundador de Sun and Co, espacio de coliving pionero en Europa por el que desde su creación en 2015 ya han pasado más de 400 trabajadores en remoto, start-ups y nómadas digitales de 45 países distintos. Su foco y el de su equipo es crear dinámicas en el espacio donde exista un intercambio de conocimiento constante y sea un punto de crecimiento personal y profesional.

Las nuevas tecnologías influyen en las generaciones y cambian el paradigma laboral tradicional, y también, la sociedad. No obstante, estos cambios no son repentinos y es precisamente en su primera etapa, cuando pueden constituir una auténtica ventaja para creen modelos de negocio que satisfagan las necesidades de los nuevos colectivos surgidos como fruto de esos cambios sociales. Un ejemplo de perfiles novedosos son los nómadas digitales (conocidos por la expresión inglesa digital nomads). De ellos y de sus peculiares necesidades como coworkers habló Eduardo Diego, cofundador de Sun&Co.

Trabajadores “on the road”: una nueva especie cuyo hábitat es el coworking.

¿Qué es un digital nomad y en qué se diferencia del coworker habitual? Una persona que puede y desea trabajar desde cualquier lugar, y que elige un estilo de vida en el que su residencia no es habitual. La omnipresencia de internet ha sido un elemento detonador en la proliferación de este tipo de profesional. Las nuevas tecnologías y la mejora de los canales de comunicación han hecho factible este modelo de trabajo, dentro del que podemos encontrar no solo a perfiles tecnológicos (programadores y diseñadores), si no a otros a los que la tecnología permite desarrollar su actividad a distancia y mantener con sus clientes el contacto indispensable (fotógrafos, escritores, guionistas, creativos, asesores). Es previsible que sean muchos los ámbitos que en un breve futuro tengan un número significativo de nómadas, que dentro de la generación de los millennials tendrán un protagonismo cada vez mayor: para 2030 se esperan 1,8 billones de viajeros según la organización mundial del turismo. Los millennials buscan más movimiento y muestran menos apego a las estructuras familiares o analógicas. No es de extrañar teniendo en cuenta uno de los valores que se atribuye a esta generación: el de anteponer las experiencias a las pertenencias. Una prioridad inherente a cualquier “espíritu libre”.

No obstante, y al pensar en estos profesionales itinerantes, es habitual que nos vengan a la cabeza algunos prejuicios, como la imagen de un aventurero que se las apaña para conectarse desde playas, plazas abiertas, cafeterías o espacios comunes en los que pueda hacer uso de su conexión móvil o de una red Wi Fi abierta. Otra idea preconcebida equivocada es suponer que el nómada digital ni tiene ni tendrá interés en los espacios de coworking. Nada más lejos de la realidad si analizamos no sólo las necesidades técnicas que comparten con cualquier otro profesional, sino también las sociales y/o personales, entre las que destaca una esencial que el estilo de vida nómada dificulta: la sensación de pertenencia a una comunidad. Una experiencia que todos los seres humanos buscan de una forma u otra, y a la que se suma además el poder del networking. ¿Y no es precisamente la comunidad el principal valor intangible del coworking?

Conociendo al nómada digital: prioridades, valores y ciclos de vida

Plantearse un estilo de vida nómada tiene ventajas, y genera una visión ante la vida mucho más flexible y creativa. Una de ellas es el hecho de elegir lugares de residencia en los que los precios sean más asequibles, de forma que los ingresos automáticamente aumenten su valor. De esta forma tener una calidad de vida relativamente buena no exige renunciar a una vida privada, ni pasar jornadas maratonianas ante la pantalla de ordenador. Y es que los millennials no solo valoran el salario y el crecimiento profesional, sino también tener un propósito de vida y, sobre todo, lograr un balance entre vida personal y trabajo razonable.

Estas y otras necesidades tienen una expresión en la vida profesional del nómada, muy condicionada por sus necesidades emocionales, que podemos agrupar en ciclos:

1. Descubrimiento: Buscan nuevas experiencias, y se mueven. Pero en determinados momentos en los que les resulta duro, se establecen más tiempo. No porque no puedan seguir siendo itinerantes, sino porque no quieren.

2. Consolidación: Buscan una comunidad a la que pertenecer, establecer lazos y aumentar su productividad, que se presentan como necesidades tan importantes como sus exigencias.

3. Retorno: Deciden establecerse regresando o buscando un lugar de residencia que sea habitual. Si tenemos interés en los nómadas como posibles coworkers, es fundamental pensar en estos ciclos y en sus necesidades emocionales. Algo aplicable a todos los coworkers, pero especialmente importante en el caso de los nómadas digitales. En la actualidad, lo nómadas son pioneros, son pocos, por los que tienen un verdadero interés en encontrarse y valorarán cualquier iniciativa que les permita formar y ser parte integrante de una comunidad.

Aunque se trate de un movimiento que implica eminentemente a individuos, algunas empresas son fuerzas “cómplices” de este nuevo esquema de juego, permitiéndolo al lanzarse al trabajo remoto. Como empresa 100% remoto tenemos el caso de Buffer, que no tiene oficinas físicas. Y cada vez son más las que aumentan el número de puestos de trabajo en remoto o tienen a la plantilla en su totalidad en este formato: Google, Automattic, TOptal, Facebook, Uber, o Shopify con ejemplos de este tipo de empresas.

Es importante que ya empecemos a tener en cuenta a este colectivo “móvil” llamado a crecer exponencialmente: hacia el año 2027 se prevé que un 100% de los clientes sean móviles.

Un caso práctico: Sende

En nuestro país y como ejemplo de iniciativa de coworking orientada a los nómadas digitales tenemos el caso de Sende, una iniciativa de coworking y coliving muy orientada a los viajeros digitales. Situado en Lobeira, una pequeña aldea de Orense próxima a Portugal, los gestores de Sende han sido capaces de atraer a grupos de nómadas digitales y personas que pueden trabajar en remoto para que compartan la experiencia de convivencia, ofreciéndoles además la pertenencia a la comunidad Sende después de su estancia. En la actualidad, la población de nómadas es casi superior a la de la aldea. ¿Cuál es el valor que parece aportar? La generación de una comunidad, que en este caso se logra transmitir como atractivo y reclamo.

Sin duda una iniciativa en la que el vínculo emocional se cuida y refuerza aún más si cabes que en los espacios de coworking mayoritarios.