Si hace diez años te hubieran explicado que el reto más difícil de tu trabajo sería no mirar a un teléfono y estar concentrado, no te lo habrías creído. Lo cierto es que hoy nadie duda de que vivimos en un mundo distraído en el que nuestra productividad depende de nuestra atención. El deep work, el trabajo en el que ponemos nuestros sentidos, puede devolverte cientos de horas perdidas.
Cuando trabajamos en un entorno libre de distracciones llevamos nuestras capacidades cognitivas al límite. Al hacer esto, desarrollamos nuevas competencias de una forma única. En otras palabras, cada hora de trabajo añade valor a nuestras habilidades mentales. No solo eres más productivo, sino que logras sentirte mejor y aumentar tu satisfacción personal. Con todos estos beneficios, el trabajo profundo parece la opción obvia, pero, ¿Cómo alcanzar el deep work en una sociedad hiperconectada?
El espacio lo es todo
Cada vez hay más estudios que desvelan las ventajas de trabajar en un entorno colaborativo y agradable. Cuando el ecosistema laboral propicia un estado de ánimo relajado y agradable es posible alcanzar niveles de concentración nuevos. En este sentido, los coworking se han presentado como la mejor solución para muchas empresas que buscaban darle un giro a su ambiente laboral sin renunciar a las comodidades de una oficina. Para los coworkers, la filosofía no es cumplir un horario, sino unos objetivos importantes cada día.
Evita el trabajo superficial
Pasamos un 60% de nuestro tiempo en la oficina online y la mitad de este tiempo de escapa en la bandeja de entrada. Abrir, cerrar, leer, vaciar tu cuenta de correos viejos. Este tipo de actividades retroalimentan la distracción y confunden a tu cabeza sin que seas capaz de percibirlo. Identifica las tareas superficiales que no te exigen esfuerzo, asigna unos minutos al día para estas y no dejes que se cuelen en mitad de los proyectos importantes. Lo más importante es que seas capaz de anticiparte a estas microtareas antes de que consuman tu día.
Aprovecha los momentos vacíos
A diez paradas de metro de tu oficina o a veinte minutos de una cita con el dentista, la mayoría nos encontramos deslizando el índice por las redes sociales o absortos en la temporada 3 de una serie que no nos entusiasma. Si consigues dedicar este tiempo a solucionar problemas, tu cerebro y tu jefe te lo agradecerán. ¿Cuál es la mejor respuesta para aquel cliente? ¿Cómo puedo presentar esta idea de forma clara? Los expertos en deep work saben que los momentos vacíos son perfectos para empezar a resolver cuestiones clave. Una vez dentro de la oficina o el coworking, es hora de parar a tareas más largas.
El poder de los límites
Si nos planteamos una jornada laboral de diez horas, nuestra cabeza puede comportarse como un estudiante que tiene dos meses para preparar un examen. Contar con límites demasiado amplios no aumenta nuestras horas de trabajo, sino que reduce la intensidad de las mismas. La calidad de lo que produces está tan ligada al tiempo como al esfuerzo. Estrecha tus límites hasta llegar al punto óptimo en el que logras estar concentrado desde el principio hasta el final. Si necesitas noventa minutos para escribir un buen informe sin mirar Facebook o WhatsApp, fíjate este tiempo cada vez que tengas que hacerlo. La sensación de haber terminado a tiempo te motivará durante el resto del día.
Defiende tu deep work
El deep work es increíblemente eficaz. Desafortunadamente, en las oficinas tradicionales no es la opción más popular. Probablemente estés rodeado de personas a las que les tiembla el pulso si se alejan del teléfono o que promueven reuniones interminables. Evítalos y rodéate de profesionales productivos. No vas a cambiar el mundo. Pero quizás puedas probar un coworking, reducir tus horas en redes sociales o dedicar menos tiempo a tareas superficiales. Si realmente quieres sentirte más satisfecho y rendir al máximo, tendrás que construir hábitos día a día en medio de un mundo distraído. Aunque, sin duda, merecerá la pena.