Coworking es un término con el que cada vez estamos más familiarizados, pero… ¿Sabemos diferenciar esta corriente de otras modalidades laborales formalmente similares? La novedad del movimiento, unido a su reciente boom, junto al hecho de que la línea que separa estas iniciativas de otras sea a veces muy fina, nos puede llevar a la confusión. Y es que el carácter colaborativo, así como la voluntad por parte de los fundadores de otorgar una atmósfera determinada al centro orientada a la cooperación y colaboración, son factores imprescindibles a la hora de hablar de coworking. No obstante, también es cierto que no todos los profesionales que quieren alquilar un lugar de trabajo están interesados en el coworking, sino que existen algunos cuya única motivación es la posibilidad de reducir gastos y trabajar fuera de casa. Con el fin de ayudar a aquellos que estén en ese momento de búsqueda, planteamos los tres tipos de espacios compartidos que predominan en nuestro país, explicando qué ofrece cada uno de ellos:
1. Centro de Coworking: Se trata de un espacio, generalmente abierto, en el que los participantes forman una comunidad. Estructurado de forma horizontal y sin jerarquías, en un centro de coworking tanto los coworkers como los gestores o empleados del centro (si los hay) trabajan en un mismo espacio. Aunque el fundador generalmente dota de su propia filosofía el centro al abrirlo, serán los coworkers quienes formarán y definirán también su espíritu. En los centros de coworking es frecuente que se convoquen reuniones periódicas para fomentar el networking, propiciando la sinergia entre los coworkers, que participan activamente en las iniciativas que se llevan a cabo en el espacio. Si bien no suele existir obligatoriedad en cuanto al grado de compromiso que se quiera tener con el entorno, sí se propicia una vinculación tanto profesional como personal desde la empatía y a través de planes y acciones colectivos, para así fomentar la colaboración y el intercambio de conocimiento. Reuniones, formación, iniciativas culturales, celebraciones y actividades lúdicas orientadas a reforzar el sentimiento de comunidad son habituales en estos espacios.
2. Centro de negocios con Coworking: Se trata de un modelo mixto, en el que parte del centro de negocios tradicional (generalmente una sala) se habilita para que freelancers lo alquilen, pudiendo usar las instalaciones del centro. Los usuarios de este tipo de centros tendrán a su alcance todos los servicios para realizar su actividad diaria, además de tener la oportunidad de conocer a otros profesionales liberales como ellos, pero sin la implicación del centro en la sinergia o relación que puedan o no establecer.
3.Oficina Compartida: Se trata de oficinas que debido a una reducción de personal o por sus dimensiones no resultan rentables a los gestores o empresas responsables, por lo que éstos recurren al coworking como una forma de compartir gastos. Básicamente, ofrecen puestos de trabajo a profesionales independientes a cambio de una cuota fija, como en los anteriores modelos, aunque no existe una comunidad ni una dinámica orientada a fomentar la colaboración entre los inquilinos.
Si bien es obvio que el coworking constituye la opción más enriquecedora, también es cierto que implica una actitud abierta y colaborativa en los coworkers. Con esta vocación y un cierto compromiso, será posible exprimir todas las posibilidades y oportunidades que esta modalidad abre a los miembros de la comunidad.