“No te dejes llevar por las primeras impresiones”. ¿Cuántas veces lo has oído? Pero seamos sinceros, ¿cuántas veces has hecho caso? Queramos o no, las personas somos visuales y damos mucho valor a la imagen de las cosas. Por este motivo, la imagen de una empresa es tan y tan importante y decisiva para el buen desarrollo de un negocio.
Asociar un concepto con una empresa es un paso gigantesco que cuesta muchísimo lograr, pero que si se consigue el éxito ya está garantizado. Somos conscientes de que el camino es cuesta arriba y que en la cumbre están las grandes marcas, pero en esta vida todo es proponértelo.
La imagen de una empresa debe transmitir los mismos valores que esta quiera difundir con su producto. En el momento en que una persona no ve nada en una marca, la empresa está perdiendo clientes. Por este motivo, en la relación entre negocio y cliente, la marca juega un papel privilegiado.
¿Cómo lograr esa imagen tan deseada? En primer lugar, conócete a ti mismo. Cuanto mejor sepas qué y cómo quieres ser, más fácil te será pensar en tu negocio como una marca. Párate un segundo a reflexionar: si fueras una marca, ¿qué forma tendrías y qué de qué colores serías? A continuación, crea un logo original, atractivo y diferente, pero que sea claro. En este contexto, pon en práctica lo de “menos es más”. Nosotros te recomendamos: pocos elementos, un punto de atracción y un diseño atrevido.
Y ahora, propágate. Comercializa con tu logo y llévalo a dar la vuelta al mundo. ¿Cómo? En tarjetas de presentación, en el formato de presentación de la marca en los correos electrónicos, en las redes sociales… En todas partes y hasta en la sopa, mantén la misma imagen. No llegues al extremo de repetirte como el ajo, pero ten claro que la gente te tiene que ver. ¡Que sepan quién eres!
Si te piensas que una vez creado el logo ya está hecho el trabajo para siempre vas por el mal camino. El desarrollo de una marca es fundamental para todo negocio, la evolución es el procedimiento natural de todo ser vivo y no olvides que tu negocio respira. No temas a modificar tu diseño, no todo es para siempre.
Por último, consolídate. Puede que te parezca la parte más sencilla, pero el trabajo más duro aún está por llegar. Sé siempre fiel a tus principios e intenta seguir una misma línea con la que la gente identifique siempre tu empresa. Puedes sufrir pequeños cambios, pero no dejes de ser como eres, no abandones tu esencia, no te desvíes de tu camino.
Vamos a hacer una prueba: intenta no imaginarte el logo de Apple o el de Coca-cola cuando piensas en estas marcas. ¿Puedes? Nosotros no, por eso somos tan insistentes: las marcas importan, y mucho.