Desde su aparición, el movimiento de coworking ha generado un interés creciente en nuestro país.
Un estudio realizado por la publicación Deskmag revelaba que en el último año España había tenido la tasa más alta relativa al aumento de búsquedas de la palabra coworking en Google en comparación con otras búsquedas.
Podemos buscar una explicación para el éxito de la corriente en España en determinados factores: un contexto económico especialmente desfavorable con una altísima tasa de paro, unido a la decisión de muchos profesionales de establecerse por su cuenta y al gran porcentaje de PYMES y pequeños negocios que en España conforma el tejido empresarial.
Pero sin duda, resulta muy llamativa la proliferación de este tipo de espacios, con un ritmo de crecimiento asombrosamente alto y quizás desorbitado.
En la actualidad el mayor número de centros de coworking per cápita lo encontramos en España y Australia, según indicaba la revista Deskmag.
¿Realmente el interés por esta nueva modalidad de trabajo se ha traducido en una demanda de puestos? En primer lugar la, no debemos olvidar que en España la mayoría de los centros de coworking son pequeños (cerca de los 200m2), por lo tanto considerando los “puestos de trabajo” ofertados, la saturación no es tan notable como pudiéramos pensar ante el alto número de espacios.
Además los usuarios potenciales también son muchos: no sólo los trabajadores independientes se interesan por el coworking, sino que también muchas micro empresas encuentran en el modelo la posibilidad de reducir costes.
En primer lugar la proliferación tan brutal de este tipo de espacios en ciudades como Madrid (86), Barcelona (99), Valencia (16), nos hace pensar en un posible "burbuja" coworking. Nos hace pensar que la demanda de este tipo de puestos por profesionales no es tan grande como la demanda.
No olvidemos que muchas oficinas, centros de negocio, viveros de empresa y gobiernos locales, han abrazado el coworking como la solución a su espacio sobrante. Olvidándose que el coworking no se trata de una oficina a bajo coste, si no que lo realmente importante es la comunidad y as personas que albergan este espacio.
Si existe "burbuja coworking", aun lo desconocemos, pero lo que si sabemos es que muy pocos espacios tienen un 100% de ocupación.
La simple palabra coworking se ha situado en la posición de palabra "cool". Personas que se inician en este mundo o filosofía llegan a pensar que el simple hecho de utilizar la palabra coworking para denominar a un espacio amplio lleno de mesas le otorgará usuarios/clientes de forma automática. Y eso no es así. Un espacio de coworking conlleva una gran inversión de tiempo en comunicar, y hacer ver a los posibles usuarios que lo que realmente se vende es una "comunidad", una red de contactos y conocimiento...y que todo eso sucede en un espacio denominado "coworking".
Por eso sí cabría preguntarse es en qué medida los centros fomentan la colaboración y hasta qué punto los potenciales usuarios son realmente coworkers.
Y es que aunque el término haya adquirido notoriedad y sea conocido por la mayoría de freelancers y emprendedores, el significado y naturaleza del movimiento aún no ha sido asimilado por muchos profesionales, siendo su conocimiento muy reciente y novedoso incluso para los gestores de los espacios.
Quizá, lo que tendríamos que analizar antes de afirmar si hay o no “overbooking” de espacios en España, sería valorar en cuáles de ellos y en qué medida se da la colaboración entre profesionales.
Así que quizá el principal reto para los gestores de estos espacios sea averiguar si los miembros realmente entienden el fenómeno y están dispuestos a afrontar esta nueva forma de trabajar, y fomentarla en la medida de lo posible.