Dirigen
- Olivia Czetwertynski. Utopic_Us Madrid
- Luis Tamayo.
Innovación y colaboración: dos ingredientes presentes e indispensables en el crowdworking, que bien podríamos considerar la evolución del coworking. De tan novedoso, el término ni aparece en Wikipedia, lo que para Luis Tamayo, sociólogo propulsor de la plataforma y consultoría para el desarrollo de proyectos colaborativos de Simbyosi, es el mejor ejemplo de que el fenómeno se está gestando. De hecho destacó la necesidad de diferenciarlo del Crowdsourcing, aunque en cierto sentido pueda ser considerado su evolución: “En las plataformas de crowdsourcing varios profesionales compiten para dar respuesta a un briefing colectivo. En el crowdworking sin embargo, los profesionales colaboran, de ahí que esté íntimamente ligado al coworking”, punto de vista que suscribió, Olivia Czetwertynski responsable de comunicación en utopic_US, quien ejerció de presentadora de la ponencia junto a Luis. “El crowdworking es lo siguiente al coworking, es la evolución lógica”, afirmó Olivia a modo de introducción.
En un momento crítico como el actual en el que los gobiernos parecen no ser capaces de dar respuesta a los ciudadanos, la colaboración surge como la mejor alternativa. En el crowdworking varios profesionales o empresas se unen para desarrollar un proyecto común, creando así una entidad (que puede ser un mero logo o nombre con el que designemos al proyecto grupal) bajo la que se encuentran todos los miembros de esa comunidad. Por ello es necesario que se desplace la idea clásica de competitividad por la actitud colaborativa. “Quizá lo más difícil es hacer entender a la gente que está colaborando y no compitiendo”, explicó Luis. En el crowdworking la idea se convierte en la madre de todo. Es el punto de partida sobre el que se trabaja y a partir de ella, se elabora y desarrolla el proyecto. Es necesario alimentar esa idea para que mute y crezca, por lo tanto es fundamental compartirla sin miedos y transmitir la ilusión y empuje suficiente para atraer a las personas adecuadas con las que formar equipo, profesionales que provengan de disciplinas distintas. Y es que la ilusión común es uno de los principales activos para contagiar o intercambiar beneficio, que no siempre tiene que ser económico. También es importante cultivar la capacidad de renunciar a nuestros egos y dejar de pensar en nuestra empresa como lo más importante: “Tenemos que ser capaces de entender que el proyecto está arriba y la empresa está abajo. La gente debe entender que ese trabajo común es tan importante o más importante que su propia marca”, subraya Luis.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de esta fórmula de colaboración es su estructura horizontal; no existe la figura del jefe o único responsable, lo que prevalece es la creación colectiva que alumbra una marca para ese proyecto. Lo que sí se hace necesario, no obstante, es el liderazgo democrático, que viene dado por el carisma o empuje de uno de los miembros considerado líder por toda la comunidad. Esta estructura “liderada” pero “horizontal” implica un compromiso absoluto del resto de los miembros: “No existe un responsable general, sino que cada uno es el absoluto responsable de su trabajo”, indica Luis Tamayo. Cumplir con los calendarios que se establezcan es una de las premisas que todos los miembros de la comunidad deben tener en mente.
Pero no sólo el desarrollo y gestión de los proyectos de crowdworking son innovadores, también lo es el acercamiento al cliente. En lugar de las tradicionales presentaciones de credenciales para exhibir capacidades y recoger briefing, se presenta el trabajo realizado explicando por qué les puede interesar. Por lo tanto la ruta comercial ahora se basa en otro principio, y el reclamo se sustenta en un producto ya desarrollado. “De presentarnos como Soy el más divertido y guapo de la clase, dime qué puedo hacer por ti”, pasamos a un Mira lo que hacemos, ¿te apuntas?” ejemplificó Luis Tamayo.
En el apartado de los aspectos polémicos de esta fórmula colaborativa, se abordó la cuestión de la autoría y el reparto de beneficios. En lo que se refiere a autoría Luis destacó el valor común y la posibilidad que han de tener todos los participantes de compartir y dar difusión al proyecto en el que han colaborado, también desde sus empresas y/o webs, pues es un logro compartido. En cuanto al aspecto económico, si bien en este tipo de proyectos es básico rodearte de personas de confianza, es recomendable contractuarlo todo para evitar problemas más adelante. “Cuánto más se clarifiquen en este sentido cómo se distribuirán beneficios, así como mecánicas de trabajo, mejor”, explica.
Pero el crowdworking no es sólo teoría: ya es una realidad. Así lo demuestra precisamente el proyecto 3clic, del que Luis Tamayo ha sido parte y que ha contado con una comunidad interdisciplinar para su puesta en marcha. Con la implicación de todo tipo de profesionales del mundo de la moda e industria audiovisual, Clic3 consistía en la realizaciónn de una serie de vídeos de moda interactivos desde los que haciendo clic puedes obtener información del producto (1), visualizarlo (2) y comprarlo (3). “A partir de la idea desarrollamos el proyecto… Y casi por arte de magia profesionales de distintos ámbitos a los que acudíamos quisieron aportar su grano de arena”, cuenta Luis.
Conceptos como Clic3 son el ejemplo perfecto de que el crowdworking no es una utopía, sino una metodología de trabajo de la que oiremos hablar cada vez con más frecuencia.