25/7/2018

Coworking 2020. What's next? por Marc Navarro

By coworkingspain

En el año 2016, Marc Navarro hacía algunas predicciones a corto y medio plazo en el sector del coworking. Algunos de sus vaticinios se han convertido en verdades en 2018: un mayor número de personas buscando oficinas en los espacios y el consecuente aumento de zonas “privadas” dentro de éstos, o el desarrollo del Space as a Service como servicio estrella del sector, y que modifica en cierto sentido la concepción inicial del mismo, son algunas de las más llamativas. En su participación en Coworking Spain Conference 2018, Marc Navarro ha vuelto a compartir algunas previsiones para los próximos años.

La evolución del coworking ha tenido implícitos cambios estructurales. Si bien en un primer momento existían un gran número de instalaciones más humildes y de menor tamaño, pronto se vio que este tipo de espacios resultaban menos rentables para sus gestores. Además, la mayoría de los usuarios de coworking parecían apostar por centros de mayor tamaño. A partir de 2013 y 2014, empieza a producirse un crecimiento en metros cuadrados de los centros, con tamaños medianos y grandes, que incluyen terrazas, y otros de gran tamaño que llegan a ocupar plantes de edificios. No obstante, la tendencia general en esta época seguía siendo la de Open Spaces, en los que las zonas comunes predominaban. En línea con los valores que subrayan la necesidad de fomentar sinergias entre los coworkers, apenas se incluían despachos o zonas acristaladas en los centros en esta época, por considerarse más propias de los tradicionales centros de negocio.

A partir del año 2016 se empieza a producir un cambio en el mercado. En la mayoría de los casos, los espacios se empiezan a subdividir con cristales, creando aparte de las salas comunes, oficinas privadas. Se produce así cierto acercamiento entre los centros de negocio y los de coworking: habiendo madurado el sector, se mantienen los valores propios del coworking, pero atendiendo a las demandas de los usuarios, y sin miedo a ser confundidos con los centros de negocios tradicionales.

El usuario actual busca en el espacio de coworking lo que tradicionalmente buscaba en un centro de negocios, pero pide otra atmósfera, otra energía. Ello hace que se necesiten despachos o zonas separadas para cubrir sus necesidades, especialmente en el caso de microempresas o equipos de trabajo, pero manteniendo los sellos de identidad del coworking: se evitan formalidades, se pide un look and feel más cercano y distendido, y se aboga por relaciones cercanas, que dejen fuera la frialdad típica correspondiente a las relaciones de “traje y corbata”.

¿Revolucionar o evolucionar? He aquí la cuestión
 

En 2016 Marc Navarro preveía un aumento de los usuarios que acudirían al coworking en busca de oficinas privada, aunque conociendo la naturaleza del sector y plenamente conscientes de las diferencias de estos espacios con los centros de negocios. Al hilo de este nuevo tipo de comunidad, comentó el caso del espacio entonces recién creado Cloud Coworking, augurando su crecimiento. Hoy, en 2018, tienen 5.500 metros cuadrados y constituyen no solo un caso de éxito, sino un ejemplo de evolución y adaptación a las nuevas tendencias del sector, marcadas por las necesidades de los usuarios.

Otro hito a destacar, fue la apertura en septiembre de 2016 de Attico, un modelo de negocio similar en ciertos aspectos a Cloud Coworking: amplitud, diseño funcional, luminosidad y amplísimas terrazas como seña de identidad. Estas características, unidas a una oferta de servicios atractiva y más amplia de lo que tradicionalmente ofrecían los espacios de coworking, han sido valores diferenciadores que lo han convertido en uno de los grandes players del sector.   

Pero además, en los últimos años, los centros de coworking no solo han crecido: también han ampliado su capacidad de generar dinero. El coworking se había considerado un negocio en el que el alma era esencial: y resultaba frecuente encontrar ejemplos de proyectos que exigían un alto nivel de energía, pero tenían bajísimo retorno. ¿Era necesario por lo tanto el cambio de mentalidad dentro del coworking que parece estar empezando a producirse? Sí: no se trata de renunciar a los valores inherentes al sector, sino de buscar fórmulas que garanticen el retorno de la inversión y la rentabilidad de los centros. ¿De qué sirve revolucionar si el sector no sobrevive? Es más recomendable evolucionar. ¿Y en qué dirección? Quizá, lo primero, sea evitar errores que solían predominar, como la falta de foco: la dispersión es el enemigo acérrimo del crecimiento. Tener un enfoque de negocio concreto es crucial para la maduración de cualquier iniciativa. Lo segundo, es cultivar y potenciar una mentalidad abierta al cambio y a la transformación, en consonancia con las demandas del mercado. Lo que pensemos que es el coworking como concepto no es lo importante, sino lo que la mayoría de los usuarios piensen que es. Por eso hay que buscar el necesario enlace entre los valores a destacar y las necesidades que los profesionales y empresas buscan satisfacer al dirigirse a nuestros centros. Para ello, debemos observar con atención las tendencias que ganan terreno en el sector y que ya nos permiten vislumbrar hacia donde evolucionará en los años venideros.

Tendencia en coworking: What’s next?
 

Aunque adelantarnos a lo que ocurrirá puede resultar atrevido, ya hay algunas tendencias que podemos percibir y que seguramente tendrán aún más fuerza en los próximos años:

Se difuminarán las barreras entre coworking y centros de negocios: las necesidades de los usuarios determinan el acercamiento entre unos y otros.

Aumentará el interés de las corporaciones y empresas por los centros de coworking: ven en ellos una oportunidad para acceder a otras fórmulas más flexibles en la gestión de trabajos y equipos. 

Space as a Service: se ofrece un servicio de oficina que va más allá del alquiler tradicional pero que no es exactamente coworking. Un ejemplo es el caso de Airbnb, quienes son clientes de Cloud Coworking, ocupando un espacio entero para ellos.

Especialización: una tendencia que parecía presente en los albores del movimiento y que ahora, ante lo competido del mercado del coworking, vuelve a sonar.

Grandes espacios: se tiende a espacios cada vez de mayor tamaño, llegando incluso a propuestas de miles de metros cuadrados. La fórmula que pueden adoptar estas propuestas no está clara, pudiendo ser en edificios de gran tamaño o ocupando entornos urbanos en zonas que pasarían a ser cool.

Reducción del gap entre unas ciudades y otras en relación al coworking: por un lado, la concentración en Barcelona y Madrid abre nuevas oportunidades, que podría llegar a generar un ecosistema de servicios relacionados con el coworking. El hecho de la proliferación de estos espacios e iniciativas, puede dotar a las ciudades de un atractivo adicional para empresas y visitantes.